Tribunal del Santo Oficio o Inquisición en Perú
El Tribunal del Santo Oficio tuvo como objetivo primordial, velar por la conservación de la moral y las buenas costumbres, así como preservar la pureza de la fe católica.
El Tribunal del Santo Oficio tuvo como objetivo primordial, velar por la conservación de la moral y las buenas costumbres, así como preservar la pureza de la fe católica.
El Tribunal del Santo Oficio o de la Inquisición fue establecido en Lima en 1569, al iniciarse el gobierno del virrey Francisco de Toledo. Su existencia y funcionamiento se dieron dentro del contexto de la unión existente entre el Estado y la Iglesia. Para la Corona española, la unidad religiosa en torno al catolicismo era un elemento fundamental en la tarea de construir un Estado centralizado.
Orígenes de la Inquisición
El Tribunal del Santo Oficio tuvo un carácter eclesiástico y civil. Sus orígenes se remontan a la Europa medieval, teniendo como objetivo principal, preservar la pureza de la fe católica, reprimiendo cualquier desviación de la misma que se pudiera dar.
Era una época en que la herejía era considerada un delito de alta traición, debido a la unión que existía entre los poderes político y religioso. La intolerancia en materia religiosa era algo muy expandido por aquellos tiempos y cualquier planteamiento que se apartara de las doctrinas religiosas oficiales era considerado un peligro político y social.
En ese sentido, los Reyes Católicos dieron gran impulso al tribunal en España en su propósito de lograr la unificación religiosa del reino en torno al catolicismo. Así, pusieron especial énfasis en la persecución de los “falsos conversos”, que era como llamaban a los judíos que se habían incorporado formalmente al cristianismo, pero que clandestinamente seguían practicando su religión original.
De esta manera, el Tribunal de la Santa Inquisición se erigió como defensor de la fe, la moral, la tranquilidad y el orden público en la Península Ibérica. Similar papel cumplió en América, con la salvedad de que los indígenas no estaban bajo su jurisdicción. Eran los obispos quienes tenían bajo su responsabilidad la corrección de las eventuales desviaciones doctrinales en las que pudieran incurrir los indígenas conversos.
Los procesos de la Inquisición
Los procesos en el Tribunal del Santo Oficio se prestaban a una serie de abusos, muchos mayores que los que se presentaban en cualquier otro tribunal de justicia ordinaria. Esto solía darse porque en los procesos inquisitoriales se mantenía en secreto absoluto tanto las denuncias como las declaraciones de los testigos. Este sistema abría la posibilidad a la existencia de acusaciones carentes de fundamento y formuladas únicamente por un deseo de venganza.
Los procesos de la Inquisición constaban de varias etapas:
- La detención: El acusado era detenido sin haberle comunicado previamente las razones por la cual se le privaba de su libertad.
- La amonestación: En primera instancia, al acusado se le llamaba la atención con la finalidad de que confesara su delito por iniciativa propia.
- La tortura: Si el acusado no confesaba su falta voluntariamente, entonces se procedía a torturarlo a través de mecanismos como los azotes, el potro y las brasas.
- La sentencia: Luego de varias audiencias, en las que se exponían los alegatos de la acusación y la defensa, se pronunciaba la sentencia final del caso.
Autos de fe de la Inquisición
Eran las ceremonias en las que se anunciaban las penas impuestas, eran consideradas por el Santo Oficio como una penitencia. Si la falta era leve, el condenado participaba en un auto de fe privado. Los autos de fe públicos estaban reservados solo a los delitos graves y solían llevarse a cabo un día domingo en la plaza principal de la ciudad para que el público pudiera asistir. Los autos de fe eran ceremonias que se caracterizaban por la pompa y la solemnidad de cualquier acto público al que asistían las autoridades más representativas.
Penas y delitos
Eran variadas según la gravedad de la falta. Muchas de ellas eran pecuniarias y otras penas mayores incluían la prisión y el destierro. La más grave era la pena de muerte.
En cuanto a las cárceles de la Inquisición, en estas se les brindaba a los reos un trato mejor que en las cárceles ordinarias, tanto así, que quienes se hallaban recluidos en cárceles ordinarias trataban de imputarse delitos religiosos para poder ser trasladados a las celdas de la Inquisición.
El delito más frecuentemente procesado por el Santo Oficio fue el de las “proposiciones”, que era el nombre que se les daba a las opiniones vertidas públicamente en contra del dogma y la moral católicos. También eran frecuentes los casos de blasfemia, judaísmo y bigamia. En menor medida, casos de hechicería.
En el Perú, la Inquisición aplicó la pena de muerte a 30 personas, que es el equivalente al 2.4% del total de procesados en sus 250 años de existencia.
Apogeo y fin de la Inquisición en el Perú
La época de mayor actividad del Tribunal del Santo Oficio, se dio entre las décadas finales del siglo XVI y todo el siglo XVII y decayó considerablemente en el siglo XVIII. Fue suprimido en España y América por la Constitución de Cádiz de 1812. Cuando la noticia se hizo pública en Lima, la sede de la Inquisición fue saqueada, pero a pesar de que, en sus tiempos de decadencia, el Santo Oficio fue muy criticado, los historiadores afirman que durante su época de apogeo recibió siempre un masivo apoyo popular.