Las masacres más sangrientas del Perú
Los ochenta y noventa fueron años de mucha violencia en el Perú debido a la lucha antiterrorista, dentro de la que se dieron excesos que cobraron la vida de miles de inocentes.
Los ochenta y noventa fueron años de mucha violencia en el Perú debido a la lucha antiterrorista, dentro de la que se dieron excesos que cobraron la vida de miles de inocentes.
Los acontecimientos nefastos que recordaremos en este artículo forman parte de la historia contemporánea del Perú . Episodios que ocasionaron la muerte de civiles e inocentes. Estas son las masacres más sangrientas del Perú que jamás se deberían olvidar:
1 Vilcashuamán
Es un poblado ubicado en el departamento de Ayacucho; sufrió varios ataques de parte de la agrupación terrorista Sendero Luminoso, pero el más recordado y sangriento ocurrió la madrugada del domingo 22 de agosto de 1982. Aquel día, un grupo de mas de 100 senderistas encapuchados y armados dinamitaron la comisaría del poblado e incendiaron la municipalidad; ello ocasionó un enfrentamiento desigual entre los pocos policías que resguardaban la zona y los más de 100 subversivos. Los efectivos del orden resistieron durante cinco horas mientras el fuego que consumía la municipalidad alcanzó el segundo piso donde se encontraba la biblioteca de Vilcashuamán. Las llamas se extendieron hasta donde se hallaba un colegio justo detrás del ayuntamiento. El saldo de este ataque fue de siete efectivos policiales muertos.
2 La Cantuta
El Grupo Colina fue un destacamento paralimilitar del Servicio de Inteligencia del ejército peruano que tenía como finalidad efectuar de manera secreta seguimientos y capturas de terroristas, así como la detención de cualquier grupo insurgente que resultara una amenaza para la nación y el gobierno. Sin embargo, el Grupo Colina resultó ser un escuadrón de la muerte que al detectar cualquier grupo sospechoso prefería exterminarlo con tal de asegurarse del exterminio de los subversivos. El sábado 18 de julio de 1992, cerca de la 1:30 de la mañana, unos 30 efectivos militares en vehículos privados ingresaron en las residencias de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, también conocida como La Cantuta; forzaron a los estudiantes a salir de sus habitaciones y tenderse boca abajo sobre el piso, luego separaron a nueve de ellos y a un profesor por considerarlos sospechosos de un atentado terrorista ocurrido días antes. Los detenidos fueron torturados, tiroteados y enterrados. No se tenían pruebas ciertas sobre si los detenidos estaban ciertamente implicados en acciones terroristas, pero el acto de matar a alguien que levanta las manos desarmado y rendido constituye una violación a los derechos humanos.
3 Tarata
El 16 de julio de 1992 a las 9 de la noche, dos vehículos se estacionaron frente a la agencia del Banco de Crédito de la Avenida Larco en Miraflores, pero en vista de que el vigilante no les permitió quedarse en la zona, los ocupantes optaron por dejar los carros en la calle Tarata, que se encontraba a dos cuadras de ahí. Ambos coches guardaban en su interior media tonelada de dinamita mezclada con anfo. Ocurrieron dos explosiones, la segunda fue más devastadora que la primera y su onda expansiva alcanzó 300 metros a la redonda destruyendo y dañando 183 viviendas y departamentos, 400 negocios y 63 vehículos; esa noche murieron 25 personas, entre ellas una menor de solo 2 años de edad. Muchos de los sobrevivientes viven hoy mutilados, algunos quedaron ciegos y otros, sordos.
4 Cayara
El 13 de mayo de 1988, un destacamento de Sendero Luminoso atacó a un convoy del ejército en Erusco, Ayacucho, ocasionando la muerte de cinco militares. Como represalia, el ejército puso en marcha un operativo para castigar a los responsables. Al día siguiente se dirigió a la localidad de Cayara creyendo que los subversivos se encontraban allí. Ese día, algunos pobladores estaban celebrando la fiesta patronal de la Virgen de Fátima, mientras otros, enterados de la emboscada, escaparon a la localidad de Cceschua por unos días. Apenas ingresar en Cayara, los militares mataron a un poblador, después se llevaron a cinco hombres a quienes sacaron de la fiesta, los encerraron en la iglesia del pueblo y fusilaron luego. Más tarde se dirigieron a Cceschua, en donde reunieron a casi 80 campesinos a los cuales les pidieron cuentas sobre el atentado. Ante el desconocimiento de los comuneros, separaron a 20 hombres a los que obligaron a tirarse al suelo, los torturaron y asesinaron finalmente a punta de golpes, pedradas y machetazos. En los meses siguientes, el ejército asesinó sistemáticamente a 13 testigos de la masacre, entre los cuales estaba una mujer embarazada.
5 Socos
Era un domingo 13 de noviembre de 1983 cuando se celebraba una fiesta de pedida de mano en la localidad de Socos en Ayacucho. De pronto, a las 9 de la noche, la reunión se vio interrumpida por la llegada de un grupo de miembros de la ex Guardia Civil, muchos de ellos pertenecientes a un destacamento policial antiterrorista conocidos como los Sinchis. Los agentes secuestraron a todos los presentes entre los que habían 9 niños no mayores de 7 años. Todos fueron conducidos a pie hacia la quebrada del Balcón Huayco; al llegar, los efectivos separaron a las mujeres jóvenes del grupo a las que violaron. Horas mas tarde, luego de agrupar a todos los secuestrados, hicieron explotar una granada muy cerca de ellos, pero el pánico que se desató hizo que huyeran despavoridos hacia distintas direcciones. Los soldados abrieron fuego a diestra y siniestra con fusiles automáticos, convirtiendo esa madrugada en una orgía de sangre y dolor. En la masacre murieron 9 niños y una mujer embarazada. Dos días después, fusilaron a dos testigos y a un denunciante.
6 Lucanamarca
La mayor parte de las masacres se desarrollaron en Ayacucho, en muchas localidades entre las que estaba Santiago de Lucanamarca. Esta comunidad, al igual que muchas por aquella época, se había organizado en un sistema de rondas campesinas, las que estaban encargadas de hacer frente a los terroristas de la zona. Por aquellos días, los ronderos habían dado muerte a un grupo de subversivos por lo que Sendero Luminoso los tenía en la mira. La represalia se llevó a cabo el domingo 3 de abril de 1983, a las 8 de la mañana, un grupo de 60 senderistas incursionó en el caserío lucamarquino de Yanacollpa, sorprendiendo a 29 campesinos a quienes condujeron al interior de una vivienda; adentro los obligaron a tenderse en el piso donde comenzaron a mutilarlos con hachas, machetes y picos, a los niños les rociaron agua hirviendo y a los más pequeños les sacaron los intestinos y pisaron sus cabezas. Los senderistas continuaron su recorrido y llegaron hasta la comunidad de Ataccara donde dieron muerte a una familia de tres integrantes. Continuaron su camino hasta la zona de Llacchua en donde asesinaron con armas blancas a 8 personas. No se detuvieron y avanzaron al caserío de Muylacruz donde dieron muerte a 10 comuneros. A las 4 de la tarde los terroristas hicieron su ingreso a la comunidad de Lucanamarca donde reunieron a la población en la plaza, separaron a hombres de mujeres y niños. Tendieron a los hombres en el suelo y comenzaron con el ajusticiamiento a través de disparos, picotazos y machetazos delante de sus esposas e hijos. De pronto un niño llamado Epifanio Quispe da la voz de alerta sobre la llegada de las fuerzas del orden desde el techo de la casa parroquial. Es entonces que los subversivos detienen su matanza y huyen del lugar dejando a muchos en una lenta agonía.