La fiesta de Ollantaytambo

El Cusco también celebra la bajada de los Reyes Magos.

Ollantaytambo

La celebración de la Navidad en el Cusco culmina con la fiesta de la Bajada de Reyes, un evento costumbrista que también es conocido como el descenso de los tres hombres sabios. Esta festividad es una clara mezcla de las religiones cristianas y nativas, como parte del extenso proceso de cambios y asimilación en la sociedad andina, razón por la que todas las fiestas patronales se ubican dentro del ciclo agrícola. Debido a este proceso, aquellas festividades de origen prehispánico han sido adaptadas a las celebraciones cristianas, pues el poblador andino es devoto de Cristo, sin que esto le impida encomendarse a los Apus y realizar ofrendas a la Pachamama, como lo hacían sus ancestros.

Hecha la aclaración, enero es el mes de las lluvias, elemento muy importante en el ciclo agrícola, pues sin ella sería imposible que las tierras cultivadas den fruto alguno. Por tal motivo es que, desde tiempos muy remotos, el pueblo agradece con alegría y ambiente festivo que las gotas de agua rieguen los campos. Enero es también el mes en el cual el niño Jesús desciende de las alturas y el mes en el que se ofrecen exquisitos potajes para que la tierra sea generosa al dar frutos, de la misma manera como los tres Reyes Magos traen obsequios al niño Jesús.

Bajada de reyes en Ollantaytambo

La manera como Ollantaytambo festeja la Bajada de Reyes es digna de destacarse, pues tiene mucho de la fiesta patronal de Paucartambo, solo que al ser menos comercial que esta última, no goza de tanta promoción y difusión, lo que dota a esta festividad de un carácter más íntimo y familiar.

La fiesta de Ollantaytambo es una festividad folclórica y costumbrista en la que no solo participan los habitantes del propio pueblo, sino que en la víspera descienden en procesión los pobladores de la puna de Ollantaytambo, pobladores del valle de Patacancha que comprende las comunidades de Huillog y Patacancha, lo que son conocidos comúnmente como huairuros, quienes no solo tiñen la festividad con el rojo de sus trajes, sino que traen con ellos a su Niño Jesús de Marcacocha, acompañado por los danzantes de huallata, una de las danzas más típicas y ancestrales que recrea el apareamiento de los gansos que viven en las lagunas de las alturas andinas.

El Niño Jesús de Marcacocha, junto con los pobladores de las alturas y los danzantes de huallata, son recibidos en la capilla del Niño Samachina por las bailarinas de Huayllascha, las que tiene una vestimenta parecida a la de los habitantes de las punas, iniciándose así la unión entre los pueblos colindantes.

El día 6 de enero es cuando se da el encuentro del Niño Jesús de Marcacocha con los otros dos niños que se hallan en la iglesia del pueblo de Ollantaytambo. Este encuentro es amenizado por otras danzas tradicionales como los herreros, los chucchus, los majeños, la fiebre amarilla y los sinkuy wata qallary. Las danzas y comparsas, con sus respectivas comilonas, muy inherentes a ellas, transforman a Ollantaytambo en un eterno festín donde se mezclan huairuros, campesinos, ollantinos y turistas. A partir de estos encuentros, cuando las imágenes de los dos niños del pueblo reciben al Niños Jesús de Marcacocha y los danzantes revolotean alrededor de ellos es cuando se da inicio a las procesiones.

Por la tarde del día 6 es la tradicional corrida de toros en la plaza construida en el barrio de San Isidro. Los ponchos rojos reemplazan a las capas españolas y las monteras campesinas de clara remembranza española ocupan el lugar de las monteras toreras. La peculiaridad de estas corridas es que, si algún torero intenta clavar unas banderillas en el lomo del toro, aparece el dueño del animal y lo retira del ruedo, sea a la buena o a la mala.

Días de fiesta

La fiesta es anunciada en la víspera, es decir, el 5 de enero, cuando los pobladores de Patacancha empiezan su descenso con el niño Jesús de las alturas. El día central es el 6, la fiesta con sus respectivas procesiones se prolonga en Ollantaytambo hasta el día 8 de enero; día en que se realiza la despedida y “cacharpari” en las puertas de la capilla del Niño Samachina. En conclusión, la fiesta tiene una duración de cuatro días donde las danzas y las procesiones, al igual que los platos típicos y la frutillada se disfrutan hasta saciar a los habitantes y turistas.