El arte milenario de la Danza de la Tijeras

La Danza de la Tijeras ha llegado hasta nuestros días gracias a una estirpe de hombres valientes que jamás renunciaron a las costumbres de sus ancestros

Danzantes de tijeras

Mucho tiempo atrás, antes de la llegada de los españoles al Imperio de los Incas, existió una estirpe de hombres, considerados en aquel entonces sacerdotes, adivinos, brujos y curanderos; eran los Tusuq Layjas, antecesores de los danzantes de tijeras. Estos gozaban del aprecio y respeto del pueblo.

Cuando los españoles llegaron al Perú dispuestos a destruir las costumbres y tradiciones ancestrales de los antiguos peruanos, los Tusuq Layjas fueron los más perseguidos por los invasores europeos debido a que se resistieron a abandonar su milenaria cultura. No les quedó más remedio que huir hacia lugares lejanos e inhóspitos, conocedores de que los españoles no resistirían alturas tan elevadas. Esos parajes fueron el refugio perfecto para que ellos pudieran conservar sus costumbres. Fueron llamados entonces “Supaypa wawa” que quiere decir “Hijos del diablo”.

Pasado el tiempo, los españoles se convencieron de que era imposible desterrar la cosmovisión andina de los Tusuq Layjas y se vieron obligados a integrarlos a la sociedad impuesta por los conquistadores con la condición de que sus danzas fueran en honor al dios occidental, es decir que participaran de las celebraciones de la religión Católica.

De esta forma, la Danza de la Tijeras se ha conservado hasta nuestros días como una manifestación cultural que tiene como objetivo representar a través de la danza y el canto las habilidades y costumbres del habitante andino, todo ello integrado y revestido de cierto simbolismo sagrado y ritual, cuya expresión se materializa con el fin de entretener, rendir culto y extender ofrendas sin discriminación alguna a los Apus y santos católicos en las fiestas patronales de los diversos pueblos que conforman la sierra peruana.

Danzante de tijeras

Danzante de tijeras. Foto cortesía de Andina Agencia de Noticias

Esta danza ritual se practica sobre todo en los actuales territorios de Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y el norte de Arequipa.

El ritual de los danzaq

La Danza de la Tijeras es una de las más impresionantes y vistosas del ande peruano. Posee un estilo musical propio, el cual es interpretado por instrumentos como el arpa y el violín. A quienes practican este baile también se les llama Danzaq, son ellos los principales intérpretes de una danza que consiste en una ardua y larga competencia en donde cada bailarín hace gala de su destreza y resistencia; a quien resulte ganador se le atribuye el privilegio de estar protegido por los Apus Wamani, divinidades andinas representadas por montañas. Los diseños y colores de los atuendos de los danzaq representan a las diferentes deidades y espíritus andinos.

Durante las celebraciones de semana santa es común ver a los danzantes pasear de pueblo en pueblo con la finalidad de entrar en comunicación con los Apus y a la vez rendir honores al Cristo muerto. Es así que esta milenaria danza se constituye en ejemplo vivo del sincretismo religioso entre el Perú antiguo y la España conquistadora.

Danza de las tijeras

Danzante de tijeras. Foto cortesía de Andina Agencia de Noticias

Patrimonio cultural

El Instituto Nacional de Cultura del Perú reconoció a la Danza de la Tijeras como Patrimonio Cultural de la Nación en 1995. Posteriormente, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), reconoció esta danza folclórica peruana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por su antigüedad y valor simbólico, el 16 de noviembre de 2010.

Más recientemente, El 2 de noviembre de 2017, el Congreso de la República del Perú aprobó por unanimidad –con 87 votos a favor, cero en contra y cero abstenciones–, declarar el 16 de noviembre como el Día Nacional de la Danza de Tijeras, como reconocimiento por su aporte a la cultura peruana.