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Plaza Mayor de Lima

Una plaza con historia y el sitio predilecto para comerciantes y vendedores desde 1603.

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Hasta mediados del siglo XIX, fue el centro político, económico y social de la ciudad. En ella se hacían visibles los poderes del Estado colonial a través del Palacio de Gobierno, la Catedral, el Cabildo y la Casa del Oidor. Era también el lugar donde se impartía justicia, fuera esta civil o religiosa, allí se condenaba a quienes atentaban contra la corona y la Santa Inquisición celebraba sus autos de fe.

Comercio

La Plaza mayor de Lima fue el sitio predilecto para comerciantes y vendedores. Desde 1603 se establecieron en ella los populares “cajones”, que era como se llamaban a las pequeñas tiendas de madera que pululaban en la zona. Era el sitio ideal en donde los limeños podían refrescarse con helados y bebidas mientras disfrutaban de un día de compras, pues la mercadería que se ofrecía era muy variada: sedas, relojes, platería, carnes y frutas.

Los ambulantes hicieron de ella su punto predilecto hasta la segunda mitad del siglo XIX. Era habitual encontrar por entonces a la tamalera montada en un burro, a la picantera ofreciendo cebiches, olluquito con charqui, caucau o papas con ají. Entre ellas caminaba la tapada limeña haciendo gala de sus encantos y en las cercanías de la catedral esperaba la mixturera para ofrecer a quienes salían de misa aromas y flores.

Era tal la afluencia de público y mercaderes que hay quienes cuentan que, en 1821, el General José de San Martín tuvo serios inconvenientes para despejar la plaza el día de la proclamación de la independencia.

Las fiestas

Como centro ceremonial y festivo, la Plaza Mayor fue el punto culminante de la entrada triunfal de cada virrey que llegaba a la ciudad. En lo que a ceremonias religiosas se refiere, celebraciones como el Corpus Christi y Semana Santa alcanzaban su máximo esplendor.

Pero así como la plaza se vestía de devoción religiosa, en ocasiones también se bañaba de mundanidad cuando de fiestas se trataba. Hasta mediados del siglo XVIII se efectuaban allí funciones de teatro, corridas de toros, quemas de castillos y se bailaba al son de los diablos y la zamacueca. La plaza, pues, reunía a los diversos y pintorescos personajes que habitaban la Lima de antaño.

Hasta el siglo XIX, esta fue una enorme explanada de tierra. Recién a partir de 1875 fue empedrada y de ahí en adelante fue siendo adornada con jarrones, estatuas y jardines.

La pileta

La fuente actual fue construida en 1651, basándose en el diseño original del maestro español Pedro de Noguera, quien la coronó con el Ángel de la Fama. Pero la finalidad de la pileta no fue solo estética, sino que tenía como principal función surtir de agua a los vecinos de la vieja Lima.

El historiador Raúl Porras Barrenechea, sostiene que la pileta, muchas veces, fue utilizada como un acuario en donde se exhibían peces, aves e incluso lobos marinos. En 1848 fue rodeada por cadenas de fierro para evitar que los vendedores ambulantes se acercaran a ella.

Plaza Mayor o Plaza de Armas de Lima

El nombre original de la plaza y el que se usó durante toda la colonia fue el de Plaza Mayor, sin embargo, durante el proceso independentista, fue el centro de reunión de las tropas, por lo que pasó a llamarse Plaza de Armas. Por aquel entonces, era habitual que los militares patriotas se reunieran, desfilaran e hicieran proclamas en favor de la causa. Este uso de la plaza continuó así durante todo el periodo militarista de la República y los habitantes, deseosos de romper con las costumbres coloniales, desecharon el nombre de “Plaza Mayor”.

Para el intelectual Marco Aurelio Denegri, esto es un error:

La plaza principal de una ciudad es la Plaza Mayor, el núcleo de la vida urbana, la plaza más antigua, la plaza fundadora. Plaza de Armas hay en los cuarteles y antes las había en los castillos medievales.