La viruela en el Perú

¿Cuándo llegó la viruela al Perú? Un repaso a su historia a propósito de la llegada de la viruela del mono a nuestro país.

La viruela en el Perú

Mientras no nos recuperamos aún de los estragos del terrible Covid-19, la noticia de un nuevo tipo de viruela en el Perú ha puesto de revuelo nuevamente a la sociedad, generando diversas interrogantes y despertando nuevos temores. Bajo esa premisa, el siguiente artículo trata de hacer un repaso histórico acerca de los estragos que ha causado la viruela en nuestro país.

Cruzando el océano

Las crisis de salud pública no son temas novedosos para el Perú si tenemos en cuenta que han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad; algunas de ellas provocando efectos dramáticos en la población.

Las primeras epidemias registradas en América fueron producto de la interacción social entre los invasores europeos y los nativos indígenas; siendo, los primeros, portadores de agentes patógenos como la viruela, el sarampión y la gripe.

Enfermedades que, según el médico que acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje, Diego Álvarez Chanca, afectaba mucho más intensamente a los indios que a los españoles debido a la falta de inmunidad contra las enfermedades europeas.

La viruela llega al Perú

Antes de la llegada de Francisco Pizarro al Tahuantinsuyo, en 1518 la viruela ya había arrasado con más de 40 000 nativos de las costas centroamericanas. La enfermedad fue traída por un africano infectado dentro de las tropas de Pánfilo de Narváez, llegando a Sudamérica por el norte y contagiando mortalmente al inca Huayna Cápac en 1524, quien se encontraba establecido en Tumibamba, Quito.

La enfermedad afectó también al heredero del inca, Ninan Cuyochi, quien murió días después que su padre. Ello originó la lucha de sucesión entre Huáscar y Atahualpa.

El cronista Juan de Betanzos describió la enfermedad como una mezcla de sarna y lepra que le quitó al inca el juicio y el entendimiento. El traslado del cuerpo del inca al Cusco, probablemente expandió la infección a la capital del imperio. Los indígenas, al no conocer la enfermedad, se lavaban muchas veces. Lo que agravaba el mal, ocasionando la muerte de miles de indios; desapareciendo entre el 30% y 40% de la población andina.

Esta enfermedad, al diezmar a la población indígena, contribuyó a que la invasión española se diera con mayor rapidez y eficacia, siendo usada luego del colapso del Tahuantinsuyo como instrumento de sometimiento para los nativos.

La propagación de la viruela se produjo también en 1536, durante la rebelión de Manco Inca, primer inca de Vilcabamba, quien, durante el sitio del Cusco, reunió a un ejército de miles de soldados, configurándose así las condiciones para el contagio y muerte de los combatientes, situación que fue aprovechada por los españoles para atribuir este hecho a un castigo divino de parte de la Virgen María y del apóstol Santiago.

En 1803, durante el coloniaje y bajo el reinado de Carlos IV, partiría de España una delegación de 20 niños y médicos llamada “expedición de los niños de la viruela”, quienes portaban en sus brazos unas úlceras que secretaban el virus de la enfermedad de las vacas, llamada “viruela vacuna”, inoculados mediante el método jenner. El fluido de las úlceras serviría para iniciar en el virreinato del Perú la lucha contra la viruela.